Una verdad nada incómoda

“Son cerca de las seis de la tarde y caen los últimos rayos de sol mientras permanezco sentado a orillas del río Salado, en el litoral atlántico de Honduras. A lo lejos, un gavilán negro, Buteogallus anthracinus, vuela por última vez antes de dormir y el silencio se convierte en un regalo magnífico de la naturaleza. Cerca de mí, don Justo Herrera termina de lavar las neveras para guardar el pescado que compra a los pescadores de la aldea cada dos o tres días. Ese es el tiempo que le dura el hielo que adquiere en la cercana y más grande comunidad de La Unión. En Salado Barra, la aldea de don Justo, no hay energía eléctrica.

El río Salado es parte del refugio de vida silvestre Barras de Cuero y Salado. Una área protegida de más de 130 hectáreas que se extiende entre las desembocaduras al mar Caribe de los ríos Cuero y Salado. La zona fue una exitosa plantación de coco de la compañía Standard Fruit Company, desde principios del siglo XX hasta la década de los años setenta cuando la bananera dejó de trabajarla. En 1987 se convirtió en un área protegida por Ley.

La escena que transcurre frente a mi cámara se repite con frecuencia a lo largo del litoral. Hombre y naturaleza se mezclan diariamente en la lucha por la vida a lo largo de un extenso corredor natural que ha sido delimitado por el gobierno para su protección. Durante los últimos meses, he recorrido una buena parte de este pasaje natural frente al Caribe hondureño para tratar de capturar con palabras, imágenes y emociones, la enorme riqueza que guarda en su interior.

Este vasto territorio de más de seiscientas mil hectáreas, denominado oficialmente como El Corredor Biológico del Caribe Hondureño, alberga a casi un millón y medio de personas. Por supuesto, me llevará más de una vida poder ver a cabalidad todo lo que aquí existe. De hecho, soy una ínfima parte de una oleada de seres humanos que ha visitado y vivido en estas tierras desde hace cientos y quizá, miles de años. Prueba de ellos son las vasijas precolombinas que fotografiamos, precisamente en Salado Barra o los macacos españoles de la época colonial encontradas en la profunda bahía de Trujillo, escenario de cruentos ataques de piratas a la población entre los siglos XVI y XIX.

El Corredor ha sido siempre un puente de oportunidades para todos. La riqueza del litoral atrajo a los seres humanos. Millones de años antes que ellos, la vida salvaje encontró que este puente de tierras bajas, humedales, bosques tropicales lluviosos y alguno que otro bosque nublado, servía como un corredor para explorar en busca de comida y espacios donde reproducirse. Especies de flora y fauna del norte y sur del continente americano utilizaron este puente natural y se establecieron más allá de sus primeras fronteras, enriqueciendo la biodiversidad del planeta.

¿Por qué hacer un libro sobre el Corredor Biológico? Por una razón muy simple: todavía desconocemos lo que tenemos. Y es muy probable que lo estemos destruyendo antes de que lleguemos a saberlo…

(Nuestro futuro) está íntimamente ligado con la naturaleza a través del manejo correcto del agua, la medicina natural, la protección del entorno, el trabajo en la agro industria, la construcción de viviendas, la llegada del turismo y muchos temas más. La salud de nuestras familias depende de la salud del medio ambiente. Y por supuesto, esta conciencia, esta visión, debe de ser compartida con las personas que arriban de otras latitudes, de otros países.

Conocer, proteger, conservar y difundir la riqueza natural y cultural del Corredor Biológico del Caribe Hondureño es nuestra alegría y responsabilidad como habitantes de este país, de este planeta. Es nuestro mañana.”

El jardín secreto
Proyecto PROCORREDOR                                                                                                                                                   
                        
  
Gooooooood morning Vietnam!  ¡Buiti binafi numadas! Es un fin de semana para descansar y pensar en lo que se avecina. En todo lo que tenemos por delante para hacer, ya como ciudadanos, ya como gobernantes, ya como seres humanos. Una verdad nada incómoda..

Que La Fuerza nos acompañe…siempre.


                           Don Justo Herrera en río Salado. "El jardín secreto". Proyecto  PROCORREDOR. Arturo Sosa 2012.


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