Fotografía 101...viajes al interior


                                                               La dignidad del ser. Arturo Sosa 2014

Goooooood morning Vietnam!  ¡Buiti binafi numadas!

Allá por el año 91 o 92, si mal no recuerdo, recibí la llamada de Ileana Iudicelli para invitarme a trabajar en una revista nueva que se estaba fraguando en esos días. Título de la revista: "Estilo".  Conociendo a Eugenia, que había sido alumna mía en UNITEC, acepté con gusto.

Durante los siguientes años, trabajamos de día y de noche para echar a andar una publicación totalmente innovadora en los impresos hondureños. Si bien el tema era de absolutas vanidades, por el otro lado, el papel, la impresión y la libertad gráfica eran extraordinarias. Creo que sin duda alguna, juntos, todo el equipo de Estilo de esa época, ayudamos a revolucionar la publicidad y las medios masivos de comunicación en el país.

Con el paso del tiempo, me trasladé a trabajar a la revista Cromos, que surgió un poco más tarde y finalmente, después de siete u ocho años en esos medios, abandoné el género de fotografía de vanidades, celebridades y glamour. Suficiente.

"Been there, done that" dicen los norteamericanos.

Ahora fotografío sin luces artificiales, sin maquillistas ni peinadoras para los retratados, sin asistente de vestuario, sin "cat" para que cargue mis cosas, sin boceto gráfico, sin directores que me ordenen y sin celebridades frente a la cámara. Suficiente.

Otros temas me interesan ahora. Otros temas que llenan mi sed de buscar otras vidas y ver nuevos escenarios; disparando con el corazón y la mente. Sin oropel, solo buscando la verdad.

Cuando retraté a este muchacho en la fábrica, el vapor caliente salía por todas partes. Yo sudaba y sudaba y trataba de ver donde ponía cada parte de mi cuerpo, pensando que debía evitar tocar cualquier superficie de metal que me quemara. Por supuesto, era solo mi imaginación.

El calor era realmente sofocante. El aire denso, pesado. El ruido ensordecedor. Solo pensé que ese muchacho tenía que trabajar allí todo el día. Todo el día. A pesar de la sed, del cansancio, de cargar el maldito casco, el muchacho tuvo la fuerza y la alegría para sonreír a la cámara.

Y yo que me quejo de mi vida.

La fotografía sigue siendo una alfombra mágica que te lleva a todas partes, especialmente dentro de uno mismo.

Que La Fuerza nos acompañe...siempre.






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