Sin prisas, sin pausas...

Dio una última mirada: todo en orden.

Los platos lavados y guardados. El fregadero limpio hasta el último detalle.

El piso reluciente, las ventanas entrecerradas y las cortinas corridas.

Ya solo le faltaba revisar que todos los breakers estuvieran bajados por cualquier cosa; y es que nunca se sabe con tantas idas y venidas de la luz que se dan en el verano (y bueno, en el invierno también).

Parecía mentira...todavía no lo podía creer.

Es más, nunca lo vio venir; jamás pensó que esto podría suceder. Jamás...

¿En qué se equivocó? ¿Qué había hecho de malo?

Se sentó un momento y miró el reloj: eran las cuatro de la tarde. Pero hoy no tenía ganas de café, mucho menos de pan dulce. De hecho, no tenía ganas de nada.

Desde hacía una semana la vida había cambiado tanto, tanto...desde que se fue Segis de su vida.

¿Bruselas? ¿pago en euros? Cuando Segis le empezó a contar no entendió nada. No entendía de qué le estaba hablando....

-"Una oportunidad única" - le dijo ella.

-¿Oportunidad...¿de qué?...¿para qué?

-De comenzar de vuelta...de salir de esta tierra de corruptos...de sentarme en un parque público y ver cosas nuevas...comer cosas nuevas...sentirme profesional de nuevo...de vivir...

-Pero, ¿vivir... qué? Aquí podés encontrar trabajo...y sí querés podemos salir todos los fines de semana a un lugar nuevo...agarrar carretera...

- Pero siempre es lo mismo Eduvijo...la misma inseguridad, las mismas historias, la falta de futuro, los chismes de la gente, los noticieros que mienten, ...el tráfico, los árboles cortados....aquí es lo mismo siempre...no se avanza...no se crece...nada...

-Amor...pero sí quiere podemos irnos a vivir a un pueblito...a Santa...a Cantarranas...no sé, algún lugar alejado de esta ciudad...

-Eduvijo, no te das cuenta. No solo es la ciudad...el país...soy yo...necesito un cambio...quiero un cambio...Lo necesito...No es culpa tuya...no sos Vos... te juro que no es por vos...¡Soy yo!

Lo que siguió fue un tormento.

Una pesadilla.

Horas y horas de pláticas...de silencios. De lágrimas. De miradas que se esquivaban. De dormir en la sala, sin ella. Sin su piel...

-Y si tanto me querés, ¿Por qué te vas entonces?

Eduvijo no entendió. Sí él era un hombre tan bueno, como decía ella, sí él había sido lo mejor que le había dado la vida a ella, ¿por qué se iba? ¿A qué se iba...?

-Me voy el próximo viernes...ya tengo el boleto, el dinero para viajar...ya firmé contrato...por tres años.

Ella era todo para él...todo.

¿Y ahora? ¿Qué hacía sin ella?

Segis salió de la casa el viernes rumbo al aeropuerto con una amiga. Llevaba poco; una maleta grande, una mochila, un abrigo y una sonrisa triste. Llena de nervios, pero decidida.

Por supuesto, él se iba a encargar de cuidar la casa mientras ella estuviera afuera. Mientras ella decidía que iba a hacer con todas sus cosas y sí vendía la casa o la alquilaba. Mientras él buscaba un nuevo sitio donde vivir...."Busca tranquilo, sin prisa" , le dijo ella.

¡Púchica! Cómo es que decía aquella frase...Ah sí; "No existen dos personas más extrañas entre sí, que aquellas que una vez se amaron"

Cuanta razón...cuanta razón.

Stephen Andrews Eduvijo Pérez revisó los breakers: estaban bajados. No había más nada qué hacer.

Abrió la puerta de la entrada y salió. Le puso el doble seguro y se guardó las llaves en el pantalón.

Miró para un lado, miró para el otro. Miró el reloj de nuevo: las cuatro con diez minutos.

"Sin prisas, sin pausas", le dijo Segis una vez.

Y comenzó a caminar.

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