Padre e hijos...

                                                                                 Iglesia de Sabanagrande


Comenzó como una idea sencilla que llevó mucho tiempo de gestación. De hecho, todavía no le ponemos nombre.

Finalmente, arrancamos.

Nuestro primer viaje; nuestro primer destino. Relativamente cerca de casa pero un gran paso para nosotros.

¿Misión? Llegar donde no habíamos llegado. Más juntos padre e hijos. Nuestro rumbo: la carretera del sur.

El viaje arrancó desayunando típicamente en el restaurante y zoológico privado El Ocotal: huevito estrellado, tajaditas con mantequilla, queso seco, frijolitos fritos, carne asada, café tan negro como mi conciencia y un rimero de tortillas ( Napoleón tenía toda la razón: "El soldado camina con el estómago").

Después nos dedicamos a ver a nuestros semejantes más peludos y los más emplumados: un león dormido, una leona despatarrada y somnolienta; un jaguar imponente y comiéndonos con cada bostezo. Una jauría de inquietos coyotes, tres ocelotes, un jaguarundi tímido, un puma con los ojos cerrados, dos gavilanes de mirada penetrante, varias loras nuca amarilla, uno que otro guajolote, patos y gallinas. Ah, y un mono cara blanca que jamás despegó la mirada y las manos de un plato de frutas recién servido.

A ninguno de la tripulación nos encanta ver a los amigos enjaulados; compartimos este pesar pero bueno, así es esto.

Nuestra siguiente parada, ya con el estómago y el corazón llenos, fue la Iglesia de Sabanagrande.

Sabanagrande es un pueblo pequeño de calles empedradas, casas antiguas orgullosamente bien pintadas y calles limpias. Bastante limpias.

¿Por qué la parada en la Iglesia de este pueblo? Porque siempre les he contado a mis hijos que esta iglesia posee una fachada muy similar a la de la Catedral de Tegucigalpa.

Por ahí, entre mis recuerdos de tantos viajes, me parece recordar que los planos de la catedral fueron prestados a la gente del pequeño pueblo para que edificaran su propia obra, cerca de 25 años después de haberse eregido la Catedral de San Miguel ( o sea, cerca de 1809) .

El resultado sorprende a los capitalinos que viajan a Sabanagrande: el mismo diseño arquitectónico de cuerpos con las mismas pilastras de almohadillas y hasta las puertas laterales que conducen a jardines interiores. Si no fuera por la ausencia de nichos y estatuas, hagan de cuenta que están frente a la Catedral de Tegus.

Tras descansar un rato en las bancas del parque central para impregnarnos del color local, enfilamos a la carretera nuevamente en busca del Valle de la Trinidad; escenario de la famosa batalla de nuestro máximo prócer, Francisco Morazán.

En este valle rodeado de pequeños cerros, el General Morazán derrotó al general Justo Milla el 11 de noviembre de 1827; con eso logra entrar a Tegucigalpa y liberarla, para después hacer lo mismo con Comayagua.

Un monumento a escasos par de kilómetros de la carretera principal marca el sitio donde se efectuó la batalla. Sin embargo, sí se vale la recomendación, sería bueno agregar al monumento algunas cédulas con textos, mapas, ilustraciones y un guía que ayude al viajero a entender la importancia del sitio en la historia de Honduras. Sino, es un sitio histórico sin historia y por tanto, sin atractivo turístico.

Fuera de eso, nosotros terminamos contentos.

 Este fue un viaje diferente y enriquecedor. Divertido. El primero de muchos que vendrán. Juntos. Padre e hijos.

Tan solo para demostrarnos a nosotros mismos, con argumentos reales, que este es el mejor país del mundo.

 Alejandro, Isabela y Alberto tratando de fotografiar a unas veloces tortugas...
                                                                                                            El Ocotal

                                                                                                  8 de Abril 2018



      Juraría que es una antigua piedra de moler de minería utilizada durante la Época Colonial.
      Está ubicada en el Parque Central de Sabanagrande.
                          

                                 "La Hermandad de los Tres Hermanos"...se dicen ellos.

            Altar fúnebre tallado en un árbol sobre la carretera de tierra que conduce al Monumento a la Batalla de La Trinidad.
                                                                              Fotografía: Isabela Sosa  


                                             Casa antigua en pleno dentro de Sabanagrande.
                                                                                 Fotografía: Isabela Sosa

 

                                                       Monumento a la Batalla de La Trinidad

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