El último tiro


Durante los últimos cuatro meses recorrí el país por nonagésima ocasión. Desde las cimas cargadas de fría neblina en la Reserva del Güisayote en las alturas de Ocotepeque, hasta el bosque seco, bien bien seco, en Goascorán. Toqué con mis dedos las apacibles aguas de la Bahia de Omoa y comí en las riveras de la Bahía de San Lorenzo.

Viajando entre cada destino, tuve que aguzar el ingenio al máximo para evitar caer en el aburrimiento y el sueño que provoca recorrer carreteras harto conocidas. O para decirlo más exactamente, aparentemente conocidas.

Y digo esto, porque  fijandome bien, encontré  nuevos destinos del amor y felicidad entre los hombres...y las mujeres (o por lo menos, uno así lo imagina). Descubrí más motelitos del amor; escenarios donde la naturaleza y la pasión humana se desbordan para alcanzar con dedicación, enjundia y entrega, el siguiente Nirvana, el Nuevo Edén, el Climax total (insisto, así lo imagina uno...pero vayan Ustedes a saber si siempre es así. ¿Cuánta gente hay que se queda sin alcanzarlo? ...¡Uf! Muchas. Muchas, ¿Vaaaa?).


Por ejemplo, allá por Tocoa  me topé con el motelito "Happy Days". ¡Que lugar tan feliz debe de ser ese! Me imagino a la gente saltando de alegría, sonriente, con una carcajada de oreja a oreja. ¡Pinta!

Más adelante estaba el "Fantasy". Y como cada cabeza es un mundo, pues vayan Ustedes a saber qué acontecimientos se dan allí adentro. Yo mejor ni comento porque ya bien lo decía el señor Benemérito: "El respeto al derecho ajeno es la paz" (que conste que no se llamaba así, pero así le dicen).
 
Luego estaba el  "Blue Moon". ¡Ah!...."Once in a blue moon" dicen los angloparlantes. Como quien dice allá, a las cansadas.  Este debe de ser un motel dedicado a aquellas personas alejadas casi totalmente de la maldita concupiscencia y convencidas de la fuerza de sus votos ascéticos. Hombres y mujeres místicos, entregados a la meditación y a la flagelación para redimir los pecados de la carne. Por supuesto, con excepción de aquellos días en que la luna retoma su poder y el cuerpo hipócrita reclama sus necesidades terrenales.

Es para ese tipo de gente o para Pitufos. 

A la entrada de la ciudad puerto de Tela me encontré con "Camelot". Tan legendario nombre me sorprendió en primera instancia porque si hacemos caso de la leyenda medieval, este es el reino y fortaleza de Arturo (por supuesto, de otro Arturo). Con la particular característica que aquí, el otro Arturo (o sea, no yo) debe de sentirse como Rey.  Y yo creo que esa es una enorme ventaja psicológica en tales encuentros porque eso de llegar abatido, débil o preocupapensante al campo de batalla, pues como que no...no augura buenos resultados.

Por el lado oriental del país, justo antes de llegar a Juticalpa, me encontré con "Momentos". Ummmm...no sé. No sé.  Eso de que exista un escenario destinado a encuentros tan breves, tan efímeros, tan rápidos, tan de : "¿Yaaa?..That´s It...? ", pues como que no.

Lo más curioso de este motelito es que se encuentra justo enfrente de una iglesia de incierta denominación llamada "Cánticos Nuevos" (no, no creo que haya conexión entre los cantos de una y los del otro sitio).  Verán, me van a disculpar Ustedes, pero como que no funciona así la cosa. O se entra a uno o al otro. Nada de medias tintas. Pero salir de aquí para entrar allá, en el orden que se quiera, pues como que no.

Por eso el mundo está así, patas arriba  Y que conste que esta es una mera expresión lingüistica de uso común propia de muchos países latinoamericanos. No es una alusión picaresca de mal gusto sobre el tema.

Prosigo.

Como si fuera poco, adelantito de "Momentos", siempre por sobre la carretera principal, está el "Recuerdos No. 1".

Miren Ustedes. Está bien que uno debe de ser romántico y caballeroso en todo momento. Y que las cosas buenas de la vida son para recordarse. Cierto.

Pero que a la entrada de Juticalpa esté  "Recuerdos No. 1" y a 40 kilómetros más adelante, antes de la siguiente ciudad de Catacamas esté el "Recuerdos No. 2"...por favor. O sea que la clasificación es por territorio geográfico. Oiganme....si sigue así, entonces vamos a tener "Recuerdos 11, 234.23" dentro de poco.

En fin.

En otro punto cardinal, allá por el Sur, cerca de nuestras fronteras con El Salvador y justo antes de Nacaome hay una subida, una pequeña cuesta si mal no recuerdo  (y aquí me van a disculpar, pero estuve en Goascorán y Nacaome hace dos meses. En pleno verano, sin lluvia y con esos calores infernales que nos atormentaron. Y créanme que una buena parte del morro se me coció allí; es más, después que pasé una mañana completa trabajando bajo el sol en Goascorán, hay ciertas partes de mi disco duro mental totalmente inservibles).

Bueno, continuo. Les contaba que hay una subida. Mínima, casi impercetible. Pero claro, en esas planicies hirvientes de Nacaome, cualquier subida de medio metro es una cuesta. Tal vez por eso, hay un motelito que se llama "La Kuesta".

¿Perdón?

¿A quién akuesta?

Yo creo que la gente de por allí también tiene cocinado parte del coco. Ya ni escribir bien pueden.

Y mejor me voy. No vaya a ser que me lapiden por andar promoviendo estos sitios alejados del buen nombre y las sanas costumbres. De todos modos ya terminé de viajar por esas carreteras de Dios.

¡Ah!  Por cierto; por último. Me dijeron en Juticalpa que había otro motelito de amor con un nombre medio suicida, pero desafortunadamente no lo pude corroborar. Dicen que se llama "El último tiro".

Háganme Ustedes el favor...debe de ser un motelito geriátrico.

En fin...

Comentarios

Entradas populares