Las calaveras brillantes de Talgua



"En abril de 1994, Desiderio y Jorge Yanez, dos decididos exploradores, dejaron atrás a un pequeño grupo que había decidido internarse en las profundidades de las Cuevas de Talgua. Luchando contra una poderosa corriente subterránea, brazo del río Talgua, los aventureros avanzaron durante varias horas para llegar, finalmente, a lo que parecía un túnel de regulares dimensiones. Para su sorpresa, acomodados en diferentes sitios, se encontraban una gran cantidad de huesos humanos y cerca de dos docenas de vasijas.

El descubrimiento del cementerio dentro de Talgua, pronto atrajo la atención de la ciencia. Investigadores nacionales y extranjeros se dieron a la tarea de desentrañar los secretos que ocultaban los restos humanos.

Talgua se encuentra en la Sierra de Agalta, Olancho. Geológicamente, esta zona formó parte del suelo marino del mar de Esquías, durante la Era Cenozoica, en el Período Cuaternario (cerca de 1.8 millones de años atrás). Cuando las placas tectónicas se levantaron, numerosas corrientes subterráneas quedaron atrapadas, buscando una salida. Con el paso de miles y miles de años, perforaron las rocas, creando cuevas como las de Talgua. Esto nos explica su creación, pero, ¿Cómo llegaron los esqueletos ahí?

En toda América, numerosos grupos indígenas precolombinos consideraban las cuevas como puertas naturales al mundo de los dioses y los muertos. Eran sitios sagrados y no era extraño que se usaran como puntos de adoración o cementerios secundarios. Es decir, cementerios donde eran recolocados restos de personajes muertos, después de haber sido enterrados, primero, en otros sitios. Curiosamente, en Talgua, la mayor parte de huesos encontrados corresponden a cráneos y huesos largos, como los de las piernas y brazos.

¿Cuál era el pueblo que utilizó estas cuevas? No se sabe. Talgua está ubicada en las fronteras de dos grandes culturas precolombinas: Mesoamérica y la Cultura Andina. Esta era una zona de traslape, o como se le ha identificado, el Área Intermedia. Lo que sí se sabe es que era una sociedad estratificada, con un alto grado de refinamiento estético. Esto se pudo determinar gracias a la riqueza y variedad de ofrendas encontradas junto a los esqueletos. Además, estudios realizados en algunos de los huesos, determinaron que no era el maíz, la base principal de la alimentación. Algo que se acerca más a los patrones de Sudamérica.

Sin embargo, lo que más atrajo la mirada de los estudiosos, fue el brillo que reflejaban los huesos, al ser iluminados. Pronto, se descubrió que los mismos estaban cubiertos por siglos de calcita, mineral disuelto de la roca por el agua y que sirvió para proteger y conservar las osamentas. Además, sirvió para que ahora, recibieran nombres populares como Las calaveras brillantes de Talgua”.

Y aunque este relato lo hice en el año 2008, sigo convencido que, ahora más que nunca, debemos explorar nuevamente la tierra que nos vio nacer. No la que nos roban los políticos sino la que todavía se mantiene indómita.

Porque sin duda, más allá del frío y gris concreto de las ciudades, existe otra Honduras. Profunda. Inexplorada.

Nuestra.

 Marvin Orellana, fotógrafo y compañero en ese viaje, revisa la cámara mortuoria donde se encuentran los restos humanos depositados en la Cueva de Talgua. Fotografia: Arturo Sosa 2008.


 "La Catedral". Interior de la Cueva de Talgua, Olancho. Fotografía Arturo Sosa 2008.

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