Fotografía 101...La sonrisa de Anita

                                                        Anita en Fundación Abrigo. Arturo Sosa 2014


Llegó al Hospital Escuela para su primera diálisis cuando tenía 15 años. Venía de Siguatepeque, buscando alivio para el mal desconocido que le quitaba la vida.

Así empezaron los viajes a Tegucigalpa. Cada vez más frecuentes. Y más frecuentes. Tres, cuatro días y después, un breve momento en casa tan solo para regresar a la semana siguiente.

A los dieciséis años, su padre le dijo llorando que él ya no podía más, que no tenía dinero para seguirla mandando al hospital  y "que mirara como se las arreglaba para continuar viniendo a  la capital". A los pocos días, el señor se fue de la casa.

Al principio la acompañaba su madre. Pero la señora tuvo otro hijo y dejó de venir. Con el tiempo, también ella dejó de acompañarla.

Desde entonces vive en Fundación Abrigo, atrás del Hospital Escuela. Desde hace más de cinco años.

Aquí tiene una cama, un closet, tres tiempos de comida y amigos. Muchos amigos.  Aquí conoció a Cristo y vive entregada a la religión y a las diálisis para aliviar su insuficiencia renal crónica.

Anita tiene un salvador, un héroe anónimo que la ayuda. Es un muchacho que trabaja en TIGO  y que cada mes le compra sus jabones, champú y cremas. Debe ser un gran tipo, sin duda alguna. Alguien de admirar en este desierto de ciudad.

Lo más impresionante de Anita es su espíritu de supervivencia. A sus 21 años de edad ha vivido ajena al colegio, las fiestas, los vestidos, una casa o un novio. Ha sobrevivido a lo que ni ustedes ni yo jamás hubiéramos sobrevivido.  Y a pesar de todo, ella siempre tiene una sonrisa.

Que La Fuerza la acompañe.

Nota: los libros nos señalan que la fotografía es capaz de cambiar la historia del mundo. Espero sinceramente que en esta ocasión, podamos cambiar dos historias: la de Anita y la nuestra.

Fundación Abrigo
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