¡Que berenjenal!

-Pucha BB, ¿No me va a dar un abrazo por lo menos? -le preguntó Eduvijo.

Segis finalmente reaccionó.

Se fundieron en un abrazo largo, largo, largo.

Tan largo que Segis comenzó a sentirse incómoda. Preocupada. Sabía que tenía que avisarle a Peter para que no llegara. Y rápido.

-Mirá -le dijo Segis -¿Y ese milagro? ¿Cuándo llegaste? ¿Qué andás haciendo por acá?

-Ay BB -le contestó Eduvijo -Pues fíjate que estando allá, solo, me di cuenta que había llegado el momento de atravesar el charco. Por un lado, el país que en vez de avanzar parece que retrocede. Mejor dicho, se cae…y por otro lado, yo necesitaba ya ver otras cosas, hacer otras cosas…es que sin Vos, como que todo era aburrido…

Segis volteó la mirada cuando escuchó eso último, al tiempo que daba un paso para atrás.

Eduvijo lo notó.

-Entonces saqué mis ahorros, vendí el carro, conseguí un boleto super, super barato y aquí estoy.

-Pucha Eduvijo, pero me hubieras avisado. Te hubiera ido a traer al aeropuerto.

-No, tranqui. No te quise molestar. Además, te quería dar la sorpresa…pero creo que te compliqué un poco porque así como andas vestida parece que vas a una fiesta…

-Uy no, para nada -le contestó Segis rápidamente -es que hoy hubo un acto importante en la oficina y había que ir medio arreglada. De hecho, apenas vengo entrando. Más bien ya me estaba alistando para ponerme el buzo… pero mirá, debes de traer hambre.

-¿Se me nota mucho? Ja, ja, ja, ja…Ahora ya entiendo porque ese pasaje me salió tan barato …Oíme, llevo dos días viajando por toda Europa…hicimos parada aquí, allá, cambiando de avión, subiendo, bajando, esperando… solo me faltó venirme agarrado del tubo en el pasillo del avión. ¡Pucha! ¡Y traigo un filo!

Segis lo miraba y medio le ponía atención. Su mente estaba en otro lado-Tengo que avisarle a Peter…tengo que -se repetía en silencio.

-Ah, pues mirá. Hagamos una cosa…aquí en la refri hay comida ya hecha. Si querés calentala por mientras me cambio. Agarrá todo lo que querrás…solo me cambio y regreso para atenderte.

Segis se metió al cuarto dejando a Eduvijo feliz de encontrarse con un buen plato de comida…y más que era la comida que hacía ella.

- Peter, disculpa que te llame así de repente, pero fíjate que me acaba de llegar una visita de Honduras y la tengo que atender…Si, disculpame…en verdad lo siento…¿Nos vemos mañana? Gracias…bye.

Segis cortó la llamada. ¿Qué hacía ahora?

O mejor dicho, ¿Qué hacía Eduvijo allí?

Obviamente, venía a verla. Venía por ella.

Púchica…¡Que berenjenal!

Segis comenzó a quitarse el vestido. ¿Quién lo hubiera dicho? Eduvijo se atrevió…vino a buscarla.

Cuando lo abrazó, su olor la envolvió. Lo reconoció. Recordó el olor de aquel hombre con quien tanto se había reído. Que tanto la había cuidado, consentido. Jugado rayuela…

¿Cuánto tiempo había pasado? No mucho…y él era un buen hombre. Eso lo sabía.

Terminó de quitarse todo y mientras se ponía el buzo, lentamente, mil recuerdos le llegaron a su mente. Cosas divertidas, alegres. Realmente si no hubiera sido por él, ella no estaría tan bien ahora…él la sacó de aquella noche oscura en que se encontraba.

Eduvijo...Eduvijo...Pero no. Tenía que hablar con él. Ahora mismo…porque todo era distinto. Totalmente diferente.

Segis se armó de valor, abrió la puerta del cuarto y lo llamó.

-Eduvijo…Eduvijo…

Nadie le contestó.

-¿Eduvijo?

Un ronquido la sobresaltó.

Stephen Andrews Eduvijo Pérez estaba allí, sentado en el micro sofá. Dormido. Fondeado. Reventado.

A Segis le dio ternura. Mucha ternura.

Fue al closet de blancos y le llevó una cobijita. Lo arropó. Lo miró de nuevo y se metió en su cuarto.

Cerró la puerta, sin llave, y mientras acomodaba sus almohadas de plumas de ganso, se prometió a sí misma: Pero mañana sin falta hablo con él.

Y se durmió sin acordarse de que no había cenado.

Comentarios

Entradas populares