La historia más importante


De repente estaba allí y no lo podía creer.

Frente a mis ojos, un entusiasmado grupo de excavadores, fotógrafos, dibujantes, restauradores y arqueólogos trabajaban afanosamente desenterrando secretos del pasado. Historias de muerte, ofrendas, violencia y religiosidad. Historias mayas de Copán.

Los restos de un hombre, probablemente un gran señor de la nobleza, aparecían tras cerca de 1500 años de oscuro entierro. Los restos todavía mostraban ornamentas en jade; algunas eran parte de collares y otros aretes. Vasijas de cerámica aquí y allá.

Alrededor de él, abajo, cerca de 9 osamentas más. Hombres y mujeres. Niños. Alguno de ellos amarrado, señal de que su muerte no había sido nada natural Sin duda alguna, eran sacrificios humanos en honor al señor noble.

La escena puede parecer dantesca. Pero la historia de la humanidad es así: bella y cruel.

Verán, siempre quise estar en una excavación arqueológica. No como las que se ven en las películas de Hollywood, sino en una real.

Y allí estaba yo. Finalmente.

Tomaba fotos y escribía notas a la carrera, tratando de capturar, como esponja, todo lo que miraba, todo lo que escuchaba.

El sueño hecho realidad.

Durante dos mañanas acompañé al Dr. Seiichi Nakamura, jefe del proyecto Arqueológico PROARCO en las excavaciones de sus hallazgos en la Estructura 105 del Grupo Residencial 9L-23, en el sitio denominado como Grupo Núñez Chinchilla, en la antigua ciudad maya de Copán.

Este sitio arqueológico era una zona residencial para familias nobles. Cerca de 23 estructuras componían este conjunto ubicado a escasos 150 metros al norte de la Gran Plaza, dentro del núcleo urbano de Copán. El lugar se llama así en honor a Jesús Núñez Chinchilla, fundador y primer director del Instituto Hondureño de Antropología e Historia, IHAH.

El grupo de trabajo del Dr. Nakamura había hecho el hallazgo algunos días antes, mientras excavaban los cimientos del edificio 105. De acuerdo a las primeras conclusiones, el entierro había ocurrido entre los años 450 al 500 d.C. y había sucedido mucho antes de que se construyera el edificio. O para decirlo mejor, sobre este entierro se comenzó a construir el edificio. Una construcción que duró cerca de 100 años y a lo largo de los cuales se fueron añadiendo habitaciones a la estructura, conforme los deseos y necesidades de las distintas generaciones de inquilinos que la habitaron.

Es muy probable que esta construcción se haya dado en tiempos del décimo gobernante de Copán, el rey Tzik B´alam (Luna Jaguar), quien gobernó entre los años 553 al 578 d. C. Por esa época, se ampliaron los límites del centro urbano de Copán y se crearan nuevas zonas residenciales. De acuerdo a lo que hasta ahora se sabe, en este grupo residencial existian viviendas, secciones administrativas, talleres y hasta cocinas.

El sitio siguió creciendo con el paso de los años y es posible que para cuando el mandato del decimotercero gobernante, el famoso rey 18 Conejo, este grupo residencial haya adquirido una mayor importancia. ¿Por qué? Por su cercanía con la Gran Plaza podía significar que en ese momento residían allí, además de extranjeros, muchas personas y familias que se encargaban de las ceremonias y rituales que se celebraban en la Gran Plaza. Y la revitalización y engrandecimiento de la Gran Plaza fue una de las obras más importantes de 18 Conejo.

Si esto es cierto, entonces podría coincidir con otras evidencias arqueológicas encontradas que demuestran que el sitio fue prácticamente abandonado en los mismos tiempos cuando 18 Conejo fue capturado y sacrificado por el rey de la vecina ciudad de Qurigüa.

Muerto el rey, Copán comenzó a decaer paulatinamente. Y aparentemente, Núñez Chinchilla también.

Mientras aprendía todo esto a la carrera, me percaté que cada miembro del grupo de trabajo hacía un trabajo específico. Todos  entrenados para un oficio en particular. Y debo de confesar que me sorprendió descubrir las distintas habilidades que se requieren para participar en estas aventuras del conocimiento.

"No es comida de trompudos", diría mi abuela. Y con toda razón.

Han pasado un par de meses desde esta experiencia; me ha llevado mucho tiempo ordenar las imágenes que hice y decifrar los garabatos que escribí atropelladamente en mi cuaderno de viaje. Pero sobre todo, me llevó tiempo entender el verdadero fondo de esta historia.

Porque si bien es trascendente para el conocimiento arqueológico el hallazgo de los restos de un señor de la nobleza maya de Copán, más lo es entender la importancia que tienen todas estas personas anónimas que con su trabajo diario, reescriben para nosotros la historia de Copán.

Eso es lo que quiero compartirles. La historia más importante.


"Reconstrucción hipotética del conjunto arqueológico, vista desde el ángulo sureste. En este dibujo se pueden apreciar diferentes tipos de edificaciones, algunas con techo de paja.  En primer plano, el Grupo 9L-22 y al fondo, el 9L-23..."
En la ilustración, la estructura 105 es la última y se identifica porque en su fachada, sobresale una columna de humo proveniente de un posible incensario.
Centro de Interpretación en Nuñez Chinchilla. 


Los restos de un aparente señor de la nobleza maya de Copán, yacen en la excavación de los cimientos originales del Edificio 105. Todavía se aprecian un par de cuentas de jade, quizá aretes, en el extremo derecho de la imagen. 
Foto: Arturo Sosa 2017.
 

Quintín Martínez tienen cerca de 30 años como excavador en Copán. A simple vista, podría parecer un trabajo relativamente sencillo, pero no lo es. Su misión es detectar y descubrir cada rasgo arqueológico en una excavación.
Es un trabajo harto delicado donde la experiencia es vital. Quintín fue uno de los excavadores que encontraron la tumba del rey fundador de Copán y la de su esposa.
Foto: Arturo Sosa 2017.




El dibujante de campo hace uso del teodolito y establece coordenadas para determinar la ubicación exacta de cada pieza encontrada en la excavación. Después, hace el dibujo a escala de cada fragmento o pieza completa. Una tarea minuciosa y muy laboriosa. Foto: Arturo Sosa 2017.


El fotógrafo de campo documenta todo. No se mueve ni se extrae nada de una excavación sin haber sido registrada en foto y/o video. 
En esta imagen tanto el fotógrafo como el Dr. Nakamura toman fotografías de un pectoral tubular de jade antes de ser extraído. Foto: Arturo Sosa 2017.


Cada hallazgo es detectado por los excavadores. Después de haber sido documentando en dibujo y fotografía, comienza el trabajo del restaurador de bienes muebles. Y Hernando (Nando) Guerra es eso precisamente. Para muchos, el mejor de toda Honduras y Guatemala en estos temas del mundo maya.
Él se encarga de hacer el levantamiento de piezas arqueológicas en campo. Un trabajo muy delicado.
Después de extraerlas y registrarlas en el inventario, Nando llevará las piezas al laboratorio para hacer las labores de limpieza y restauración. 


Cada pieza, cada fragmento, por minúsculo o roto que se encuentre, es anotado en un inventario por el Registrador. Y cada pieza, completa o parcial, recibe un código único con la cual será reconocida para siempre por los estudiosos. Es un trabajo que requiere exactitud total.  Foto: Arturo Sosa 2017.                 

Los ayudantes de excavación se encargan del traslado de la tierra extraída para que sea colada y recuperar material arqueológico fragmentando. Son verdaderos buscadores de tesoros. Foto: Arturo Sosa 2017.

 
Leónidas Garza, Enrique Orellana y Carlos Pontasa son restauradores de bienes inmuebles. Su trabajo consiste en desmontar los muros originales de una edificación, enumerando cada piedra con un código particular. Luego, son restauradas y vueltas a montar para completar la restauración de la estructura. Foto: Arturo Sosa 2017


Melvin Evenor Fuentes dedica parte del día para levantar la bitácora de la investigación.  Es un diario de campo en donde se enumeran  todos y cada uno de los eventos diarios; parte de sus responsabilidades como Co-director del proyecto.
Foto: Arturo Sosa 2017

El Dr. Seiichi Nakamura llegó a Honduras a principios de los años ochenta.  Fue el responsable de la restauración y creación del Parque Arqueológico El Puente y ha trabajado en el Sitio Principal de Copán desde hace muchos años. Es el Director del Proyecto PROARCO, una iniciativa de cooperación internacional de la Universidad de Kanazawa, patrocinada con fondos no retornables del Gobierno de Japón y bajo la supervisión del IHAH.
Foto: Arturo Sosa 2017

Comentarios

Entradas populares