Una revolución verde...en la mesa

                                           Cultivo de calabaza en el valle de Jamastrán.
                                           De Roso Farms. Arturo Sosa 2015.


- "¿A qué sabe la ocra?" -me preguntó Claudibel Cortéz.

-¿"Dónde la puedo encontrar en Tegucigalpa?"- añadió Gisela Rodezno.

Y como ellas muchas personas más. Muchas. Y me quedé pensando. Porque resulta que anduve por todo el país registrando a las principales compañías exportadoras de ocra, rambután y camote del país, pero para ser sincero, muy pocos hondureños consumen estas delicias de nuestros campos.

 ¿Saben ustedes que la ocra y el camote son ideales para reducir los triglicéridos altos? Yo lo acabo de aprender. También para reducir el riesgo de contraer cáncer de colón. Y para bajar de peso.

¿Por qué no lo sabemos? Bueno, claro, podemos argumentar que la ocra es un producto exótico proveniente de África y que el rambután se origina en Malasia y Vietnam (aunque el rambután llegó al país en la década de los años veinte en las manos del mismo Dr. Wilson Popenoe). Son cultivos relativamente nuevos en el país, comparados con los tradicionales vegetales y frutas mesoamericanas.

Pero, ¿qué pasa con el camote?  El camote al igual que la papa nacieron en América. Más aún,el camote es nativo de Centro y Sur América.

¿Entonces?

Aquí entra en juego la cultura de cada región geográfica del país. Por ejemplo, si usted es del occidente  (Ocotepeque, Copán, Lempira) es muy probable que coma vegetales que en otras zonas del país ni siquiera se conozcan. Mucho menos que se aprecien. Berro, mostaza, pacaya, ayáste son términos (y alimentos) que el resto del país ni siquiera en sueños los han visto.

El occidente produce quizá la más variada de las cocinas hondureñas. Y la más amante de las leguminosas y las frutas. Algo que no es común en el resto de la nación donde no se suele pasar de los mismos tomates, cebollas, repollo, chile verde, culantro, zanahorias, pepinos, papas y de vez en cuando, perejil. O plátano (pollo con tajadas, chuleta con tajadas, chicharrón con tajaditas...etcétera con tajadas).

Por otro lado, los procesos de transculturización (entiéndase comidas chatarra) a los que nos vemos sometidos diariamente, vía publicidad, en las principales ciudades del país, han desvalorizado la rica gastronomía nativa. Peor aún, han aumentado a niveles mórbidos la obesidad  y la falta de identidad nacional de los compatriotas (en el centro de Tegucigalpa desaparecieron prácticamente los tradicionales comedores, engullidos por decenas de restaurantes de comida chatarra. Y para colmo, todos iguales de malos).

Así que me quedé pensando. ¿Qué podemos hacer para que los compatriotas coman mejor? ¿Cómo incluimos en la gastronomía sampedrana o de Choluteca a la ocra, el rambután y el camote, para empezar?  Me acordé de lo que intenta hacer el restaurante Rojo, Verde y Ajo, aquí en la capital, tratando de incluir cada día, más y más ingredientes orgánicos, naturales, exquisitos y hondureños en sus platillos.

¿Podríamos intentar elaborar algún manjar nuevo a partir del rambután, de la ocra o del camote hondureño?  ¿Podríamos convencer a chefs y restaurantes de intentarlo? ¿De ponerlos en valor real? ¿Podemos crear nuevas fusiones de nuestros aromas?

Sería interesante y retador intentarlo. Una revolución verde...en la mesa.

Que La Fuerza nos acompañe...siempre.

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