"Ni muy muy, ni tan tan..."

Me dice mi mamá frecuentemente.  Y yo entiendo a la perfección la medida que me está sugiriendo. De hecho, todos nosotros entendemos esa medida. ¿O no?

A veces, me receta algo similar: "Ni tanto que queme al santo, ni tanto que lo alumbre". O como dirían en la calle: "in between".

-"Dele, dele"- me grita el cipote cuando trato de estacionar el carro en la calle - "Dele que todavía le falta un pixín"

-"Ah bueno"- me digo- "Un pixín es más que suficiente".

Por la tarde, el barbero me pregunta:

- "¿Le corto más?"

- "Ummm...solo un dieciséis más de este lado"- le contesto.

 Alberto, mi barbero, asiente no muy convencido. Pero es que un dieciséis es un dieciséis. No es un octavo ni un cuarto.

La verdad es que hay que ser extremadamente preciso, astuto y observador para saber a simple vista, la diferencia entre un "pixín" y un "dieciséis". No cualquiera. Yo diría que hay que ser hondureño.

Así que yo protesto cuando dicen que somos un país sin identidad. La tenemos y para muestra un botón: nuestro propio sistema de pesos y medidas. ¡Una maravilla del ingenio! Dicen que en este país no hay gente creativa y que las universidades hondureñas solo producen empleados y no emprendedores. ¡Pamplinas!

No conozco otro país en el mundo que haya alcanzado un nivel de desarrollo tan alto en los sistemas de pesas y medidas. Quizá, lo más sorprendente es que hemos logrado conjugar a las mil maravillas sistemas extranjeros (arcaicos y modernos) con el espíritu y visión catracha.
  
Por ejemplo, si usted contrata a un peón  para que le deshierbe una manzana de tierra, él señor le hará una o dos "tareas"  por día.  Pero, ¿qué es una "tarea"? Sencillo, un dieciseisavo de manzana (ajá...y...¿cuánto mide una manzana?  ¡Fácil! Son diez mil varas... ¿y una vara? ¡Ah no!, eso búsquelo usted.)

Hablemos ahora de cuantificar pesos. Digamos que si usted corta café, va ir cosechando el grano en latas que al final se pesan por sacos. Así es la mejor forma; créame que esta comprobado.

Perdón...¿LATAS?  ¿Lata de juguito Naturas o lata de leche Ceteco? ¡Ah!  He ahí donde comienza la complejidad de ser o no ser hondureño. "To be or not to be".

Ajá, y ya que estamos hablando de latas, la mayoría de los compatriotas prefiere tomar las "cervecitas heladas" de la forma más correcta. Es decir, "chunguéandola".  O sea, de chungún en chungún (de trago en trago). ¡Nunca de Tucún! (de un solo trago).

Me encanta cuando la ciencia usa la onomatopeya nativa para crear nuevos conceptos.

Cuando yo era niño, compraba el hule para mis hondas en la pulpería de don Luis. Y siempre compraba cuatro yardas. ¿Cómo se mide una yarda? Dios y don Luis sabían que es la distancia que existe entre el hombro izquierdo y el dedo índice de la mano derecha con el brazo extendido. ¡Por favor! Exactitud total.

Lo más interesante y complejo de todo esto es que este sistema de pesas y medidas no solo se queda en el campo, en el trabajo o en la parqueada de carros. Va mucho más allá, hasta llegar a los sistemas de pensamientos nacionales, las bases filosóficas de nuestra identidad, de nuestro ser como nación. Una cuestión casi metafísica. Tipo espiritual.

Verá, si usted le pregunta "Cómo estás" a un hondureño, cualquiera, independientemente del credo religioso, sexo, partido político o posición económica, invariablemente le contestará:

 - "Allí. Lo mismo de siempre".

¿ALLÍ?  ¿Dónde diablos es "allí"?  ¿En qué punto exacto de la geografía del planeta o del espacio interestelar se encuentra "allí"? Nadie lo sabe.

 Más difícil de entender es "lo mismo de siempre". Yo me he preguntado si esto es influencia directa de la Teoría de la Relatividad, del Existencialismo Alemán Entre Guerras o de las primeras cavilaciones de Newton cuando vio caer la manzana.  No lo sé, pero la verdad es que aquí no pasa nada. Es lo mismo, siempre.

Por supuesto, hay algunas teorías al respecto. La más convincente fue formulada por los historiadores más profundos de nuestro país, quienes han coincidido en señalar el origen de esta tendencia filosófica en un preciso momento del año 1502. Según los estudiosos, cuando estaba a punto de regresar a la mar, tras tomar posesión de estas tierra para la Corona Española, el Almirante escuchó que los indígenas le preguntaban:

-"Colón...Tito...y qué vamos a hacer por mientras usted regresa"

El Adelantado, con la vista en el horizonte, ordenó con voz poderosa y solemne:

-"No se preocupen. No hagan nada hasta que yo regrese".

La historia nos ha confirmado que el señor nunca regresó.

Yo por eso amo este país. Y por todo esto no me voy a vivir a Estados Unidos, Suiza o Alemania. Esa puntualidad inútil y opresiva; ese orden exacto de las cosas y esa manera obsesiva de medir todo, no va con mi libertad infinita.

-"Usted dele, que el golpe avisa"-me grita de nuevo el cipote.

Dígame si esto no es una Verdad Absoluta. Lógica filosófica pura. Una inspiración que debe de provenir, sin duda alguna, de los Libros Sagrados.

¡Hombre! Este cipote tiene tanto talento que no dudo que cuando crezca, será Presidente de Honduras.

¡Que la Fuerza nos acompañe...siempre!









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