Historias fugaces...


Gooooooooood morning Vietnam!  ¡Buiti binafi numadas!

¡Ya pusieron las gallinas! Es lunes...¡Que salvaje! Un buen momento para compartirles el texto de la conferencia TEDx del viernes pasado. Gracias nuevamente a todos ustedes, queridos amigos, por obsequiarme una parte de su preciado tiempo.

Esto se llama "Historias fugaces".

Posdata: traté de adaptar la conferencia al formato de lectura de estas redes, así que le agregué algunas frases y la reduje a un tamaño adecuado. En esencia es la misma (sino se hubieran muerto del aburrimiento).

Nos vemos el miércoles para hablar de "tuercas y tornillos".



                      Cerro Las Minas, Parque Nacional Celaque. Arturo Sosa. Circa 2008

A 300,000 kilómetros por segundo, la luz del sol viaja por el espacio e impacta directamente, a las seis de la mañana, en el espeso bosque nublado primario del cerro Las Minas, el punto más alto de Honduras, en la montaña de Celaque.

De pronto, toda la belleza, grandiosidad y esencia de un bosque nublado queda al descubierto. Algas, líquenes, hongos y bromelias atraparán en sus hojas las diminutas gotas de agua de la neblina que las envuelve. Poco a poco estás gotas irán cayendo al suelo para formar pequeños arroyos que más tarde se convertirán en nueve grandes ríos.

Los bosques nublados son verdaderas fábricas de agua.

Para aquellos que han tomado la determinación de subir a la montaña más alta de Honduras, cámara en mano, el espectáculo que se presenta fugazmente es simplemente asombroso. Y surge un deseo irrefrenable de atrapar para siempre el tiempo.

¿Saben? Desde que el hombre es hombre y la mujer es mujer, el horizonte que se extiende ante nuestros ojos se ha convertido en motivo de tentación por muy diversas razones. Viajar es una obsesión del ser humano.

Déjenme compartirles un pequeño texto que siempre me ha acompañado:

"Emperadores y reyes, duques y marqueses, condes, caballeros, burgueses o vosotros, quienquiera que seais, que os gustaría conocer las diversas razas humanas y las particularidades de las distintas regiones del mundo, tomad este libro y haced que os lo lean..."

¿Lo conocen?

Cuando este libro se tradujo de italiano al español, se le puso por título:  "Los viajes de Marco Polo". ¿Año?  1298.

Marco Polo viajó durante 26 años y terminó escribiendo un libro ahora universal. Otro famoso viajero, Odiseo, tardó veinte años en regresar a casa y su relato se convirtió en uno de los primeros éxitos de librería de la humanidad: "La Odisea". Es más, la obra sigue tan vigente que todavía la leemos en la secundaria y la universidad. Hasta Joan Manuel Serrat escribió una famosa canción sobre uno de sus personajes: "Penélope".

Los judíos vagaron errantes por el desierto y su "Éxodo" se convirtió en película de Hollywood, sin olvidar por supuesto que es parte del libro más traducido y vendido en toda la historia. Cristóbal Colón nos contó cómo fue su primer encuentro con los indígenas hondureños en la Isla de los Pinos, a través de las "Relaciones" escritas por su hijo y su hermano. Hernán Cortés nos describió como conquistó México y Honduras en sus famosas "Cartas" y años más tarde, Rodrigo Ruíz, un capitán, español también, le relató por escrito a la Corte del Virreinato de La Nueva España cómo había dado muerte con su espada, en combate cuerpo a cuerpo, a un cacique indígena llamado Elempira.

Todas estas historias están escritas y bien escritas.

La historia de la humanidad gira gracias a cientos y cientos de pequeñas y grandes historias de viajes a parajes desconocidos, indómitos. Algunos de estos destinos tienen coordenadas geográficas definidas dentro de este planeta y afuera de él. Pero otros viajes han sido a lugares posiblemente más inhóspitos dentro de la mente y el corazón del ser humano.

Todos estos relatos han sido por la búsqueda  de lo desconocido, lo nuevo, lo distinto. Y de todos ellos, mi favorito es uno muy corto, una anécdota sobre Sir Edmund Hillary. Cuando le preguntaron por qué había arriesgado la vida para subir al Monte Everest, él respondió: "Porque estaba allí"

"Porque estaba allí"  Y es que desde Marco Polo hasta Discovery Channel, los relatos de viaje descansan en esa premisa. Pero hay algo más.

Verán, antiguamente, estas travesías solo las hacían grandes hombres, personajes legendarios, casi míticos. Misioneros, exploradores, generales, aventureros todos. Nos contagiaban con sus relatos y todos recorríamos los caminos que habían pisado gracias a la fuerza evocadora de sus palabras. De vez en cuando, nos topabamos con un James Audubon que alimentaba las historias con sus ilustraciones, como sus libros sobre las aves de Norteamerica y el Caribe. O con un Catherwood que nos enseñaba los primeros dibujos de Copán.

De repente, surgió la fotografía, el cine, la televisión, el internet y adquirimos herramientas más accesibles para contar historias de viaje. Por ejemplo, en los años sesenta, un capitán norteamericano de nombre James Tiberius Kirk nos llevó a descubrir nuevos universos en el espacio infinito a bordo del Enterprise. Su misión era astronómicamente sencilla: " Llegar a donde el ser humano jamás ha llegado".
Acompañado de su fiel y lógico amigo el Sr. Spock, la sensual teniente Zulu y el siempre afable Scottie, Kirk nos llevó a recorrer el universo.

Kirk también es importante entre otras cosa (además de ser mi héroe favorito) porque dio paso a una nueva generación de viajeros: "Los Trekkies". Pero además, le dio pie a otros dos exploradores del universo: George Lucas y Steven Spielberg. Y la mejor prueba de esto es que todos ustedes han recorrido las estrellas gracias a ellos.

Pero, ¿qué pasa cuando uno no es un Hans Solo, un Indiana Jones o una Angelina Jollie?  ¿Qué pasa cuándo uno no tiene la más mínima intención de saborear "La Tormenta Perfecta"?

¿Qué pasa cuándo uno no es nadie? Solo una persona común y silvestre. ¿Por qué debemos viajar?

La respuesta la dio Mark Twain cuando dijo: "No se puede desarrollar una mirada amplia y un corazón generoso viviendo como vegetal en la esquina del planeta?

Así de sencillo.

Viajar no se trata de ir de un punto A a un Punto B y publicarlo en el Facebook (que inutilidad de vida y de viaje). Viajar es un cambio interno, un cambio para compartir. Es una búsqueda personal de algo muy valioso: uno mismo. Una declaración personal para compartir lo nuevo, lo distinto, lo valioso. Y recordemos que cada vez que se emprende una travesía, la persona que regresa es muy distinta a la que se fue.

Ese es el secreto del viajero. Y cada vez que tomas una foto o escribes una historia, es una parte nueva de ti la que lo hace. Y no importa la plataforma que se utilice, no importa si se usa la televisión, la radio, el cine, el Facebook o el Instagram. Si nuestras historias están bien construidas, tienen ritmo, alegrías, tristezas y verdades, la gente las leerá con igual interés y se quedarán en su mente y en su corazón. Y ellos también cambiaran. Para bien.

¿Saben por qué? Porque la gente siempre, siempre, va a seguir a la gente.

Por supuesto, es una enorme responsabilidad. Deben ser relatos exentos de vanidad, soberbia, egolatrías, narcisismos, chismes, imprecisiones....una tarea nada fácil. Nada fácil.

Quizá para hablar con propiedad sobre esto último, se debería de contar con verdaderos especialistas en el tema. Tipos como Paulo Coelho o el maestro Facundo Cabral. Yo no creo estar en ese nivel.

Todo esto lo he aprendido viajando por Honduras. Cambiando. Creciendo. Descubriendo. Atrapando las historias que han pasado frente a mi cámara.

La cámara fotográfica es una alfombra mágica que nos puede llevar a donde sea, siempre y cuando tengamos el corazón y los ojos abiertos. Un plan definido. Y no importa el dinero, los viajes pueden ser dentro de nuestra mente, nuestro corazón o en el patio de la casa. Recuerden que para todo lo demás, existe American Express...o cualquier otra tarjeta de crédito (y no, no me están patrocinando).

Finalmente, se que muchos se estarán preguntando por qué solo les mostré una imagen. Bueno, sinceramente, creo que para compartirles el verdadero significado de viajar, de contar historias, de tomar fotografías, no se necesita un slide show con cien imágenes. Una sola basta para mostrar el poder eterno de una historia fugaz atrapada a 300,000 kilómetros por segundo.

Gracias.

                                                                                                                      25 de julio 2014


Comentarios

  1. Wuauuuu.. realmente que su historia me llevo como usted dice a viajar en mi mente.. gracias por compartir sus experiencias... llenan mi alma y hace que ame más a Honduras y todo lo que ella posea...es un maestro con base...

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  2. Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

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  3. Erica Yadira: gracias por sus palabras. En verdad.

    Arturo.

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