La Ruta del Café...ese café de la percoladora gris

Ser fotógrafo documentalista es un trabajo de ensueño. Realmente.

Recorrer el país aprendiendo sobre arqueología, manejo aeropuertario, plantas solares, turismo o café, por citar algunos de los proyectos en que trabajo actualmente, es como un sueño hecho realidad.

Y como todos los sueños, como toda la vida, también se tienen su lado malo. "Sus bemoles", como dirán la gente con un buen léxico.

Por ejemplo, eso de dormir hoy en un hotel y mañana en otro, no es nada atractivo (y que conste que me encanta dormir en hoteles).  Da inestabilidad en el descanso y se termina rendido. Pero bueno, ni modo, es parte de la chamba.

Otro problema es tomar buen café. O mejor dicho, no es fácil tomar buen café en las mañanas.

Desafortunadamente, la gran mayoría de los hoteles del país no ofrecen buen café. Desde los pequeños de 500 lempiras hasta los de 200 dólares por noche. Hay algunos que si, es cierto, pero en general, no.

Para muestra un botón; la semana pasada dormí dos noches en La Ceiba, en un hotel de más de 100 dólares la noche. La primera noche, después de la cena, pedí un café al mesero y solo por saber qué iba a tomar, le pregunté si el café estaba recién hecho.

-Claro que si- me contestó el muchacho- Lo hicieron como a las 4 de las tarde.

Lo que siguió fue un café tan negro como mi conciencia Negro y quemado. Un café que daña el estómago y mancha los dientes. Más ácido que la portada de un periódico.

Aprovechando lo que he aprendido sobre café en los talleres de barista del IHCAFE, le expliqué a los meseros y a la cajera, que eso no puede ser, no debe de ser.

El café de esas percoladoras grandes, grises, que se acostumbran en las oficinas  gubernamentales y en los hoteles, es el peor café del mundo. Primero, porque en ellas se prepara un café convencional de baja calidad. Café de torrefactores que compran café verde, o con hongo, demasiado húmedo, o ya caído en el suelo, acompañado de ramas, piedritas y vaya a usted a saber con qué más ( y los gerentes de estas instituciones se sienten orgullosos de ahorrar pisto...a cambio de perforarse el estómago de él y el de sus empleados).

En fin, como es mal café, los torrefactores lo sobretuestan para matarle todos esos sabores tan disímiles (de hecho es  tan mal café, que uno debe de tomarlo con azúcar para que no sepa a rayos, como es normalmente a lo que sabe).

Agréguele a esto, que cuando preparan este café en la oficina, en una percoladora, lo más que puede durar allí son 10 minutos. Vaya, media hora como máximo, sí se trata de economizar pesos.

Media hora. ¡Pero cuatro horas!  Simplemente lo poco que sabía esa bebida a café se fue hace mucho tiempo. Ahora usted está tomando asfalto. Asfalto líquido.

Ajá, es más. En las oficinas de gobierno y en los hoteles (no todos, lo vuelvo a decir), la costumbre es recalentar por la tarde lo que sobró de la tanda de la mañana.  ¿Cierto?

Eso es un atentado contra su salud.

Había dejado de escribir sobre café porque estaba enfrascado en otros temas, otros proyectos. Pero creo es bueno compartir con Ustedes un poco de lo que he aprendido en estos talleres de barismo, en los beneficios de café de alta calidad que suelo documentar o en las fincas, con los productores estrella de Honduras.

El destino del café de Honduras no está en manos del IHCAFE, ni de las asociaciones cafetaleras, ni de las Cooperaciones extranjeras para las que suelo trabajar documentando el rubro.

El destino del café nacional está en Usted, en mi, en nosotros. En que aprendamos a rechazar el mal café que nos sirven y a degustar, con deleite, el buen café hondureño.

Lo tenemos.

                                         Café de altura y bajo la sombra. Montaña de Camapara.
                                                                                            Arturo Sosa circa 2014.

                                                     Floración en la Reserva de Guisayote,
                                                      Ocotepeque.
                                                                               Arturo Sosa 2016
                                         

                                                      Floración en la Reserva de Guisayote,
                                                      Ocotepeque.
                                                                                      Arturo Sosa 2016

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