Política 101...Una Prado, dos historias muy muy paralelas y un epílogo


Primera historia

Hace unos pocos años, nos encontrábamos con un amigo cenando en un pequeño y muy modesto comedor en la ciudad de Catacamas. Eran como las siete de la noche.

En la mesa contigua, una pareja tomaba cervezas y por la cantidad de botellas vacías y el volumen tan alto de sus palabras, casi se podría decir que nos llevaban algunas buenas horas de ventaja aposentados en ese lugarcito.

 -Mire Compa -dijo la muchacha con mucha firmeza mientras se sostenía de una Imperial bien fría -yo me voy mañana  para la IUSA de mojada y le juro, le juro, que dentro de dos o tres años voy a regresar con un buen billete.

- Claro -medio le contestó el muchacho ya con los ojos rojos.

- Eso sí Compa -sentenció la muchacha -ese gusto no me lo quito. En cuanto regrese con ese billete, lo primero que voy a hacer es comprarme una Prado. ¡Jé!  ¡Por Dios que ese gusto no me lo pierdo...

La sincera y sorprendente frase nos golpeó tan fuerte a mi amigo y a mi, como el descubrir la inexistencia de valores morales en la muchacha.

-Estamos mal -concordamos con el amigo mientras terminamos de cenar -Realmente estamos mal en este país.

Segunda historia

Hace unos días lo atraparon sin que supiera por dónde le llegaban. Si hubiera sido en México, la frase sería: "Lo atraparon como al Tigre de Santa Julia....con los pantalones abajo."

Los amigos con ojos azules no se andan con papadas. Ni avisaron por acá que los están investigando porque lo más seguro es que alguien hubiera ido antes con el chisme. Pero era algo que todos sabíamos. Todos. Usted y yo (o por lo menos lo sospechabamos desde el asunto de Tocoa).  Y ni se diga de los medios de comunicación y de las autoridades (desde la honorable Comisión de banca y no sé qué, hasta el cabito de la posta en la carretera de Tocoa).

¿Cierto?

Ahora este va a cantar como mariachi en serenata. Pero allá. Va a cantar el repertorio completo (y más) porque nunca, nunca, ha estado en un lugar tan árido, frío y solitario como en una celda en la IUSA.

Hasta ahí llegó la altanería y la prepotencia. Con todo y sus Prados.

Epílogo

Ahora, piénselo un momento, salga de su casa y cuente cuántas Prados hay en las casas vecinas. Y no se olvide de contar la suya.

Lo más sorprendente es que somos el segundo o tercer país más pobre de América Latina.

Estamos mal. Desde los que estamos abajo hasta los que están arriba. Desde los que gobiernan hasta los que somos gobernados.

Estamos mal. Realmente estamos mal en este país. Y no es por el carro, que conste.











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