Fotografía 101...El beso del Hotel de Ville


                                                                                  Robert Doisneau, 1950.


Compré el poster allá por los años noventa cuando comenzaba mi carrera como fotógrafo profesional. Recuerdo que se lo compré al gran Mike Midence cuando vendía revistas y chocolates en un pequeño huevito en el centro comercial Los Castaños en Tegucigalpa (con el tiempo, el "huevito" se convertiría en la tienda Metromedia).

Todavía guardo el afiche en algún lugar de mi casa. Y me resisto a botarlo porque durante muchos años decoró más de alguna pared  en los diferentes estudios que tuve. Una extraordinaria imagen sin duda alguna.

Para ese entonces, "El beso", como se le suele llamar, era el póster más vendido en Nueva York y quizá ocupaba el segundo lugar como una de las imágenes más reconocidas en todo el mundo, después de la eterna imagen del Che Quevara del fotógrafo cubano Alberto Díaz, llamado popularmente Alberto Korda.

El beso es una imagen clásica de París, del amor, de la juventud, de la espontaneidad del ser humano y sobre todo, de la habilidad del fotógrafo de la calle en atrapar esos momentos mágicos. En este caso, el fotógrafo era Robert Doisneau.

Doisneau vivía en París y era parte de una camada de grandes fotógrafos que se dedicaban al foto reportaje . Artistas como Cartier Bresson, Robert Cappa, Kertész, Robert Smith, eran los nombres que construían junto a Doisneau sus carreras en aquellos años 50. Fueron ellos los creadores de el ensayo fotográfico y el foto reportaje, pilares editoriales de una época que ya pasó, en las revistas de la talla de Life en Estados Unidos o Stern en Alemania.

Pero la historia de El beso es algo triste. La fotografía fue tomada en el año de 1950 para un reportaje en la revista Life sobre los enamorados en París. Y desde que fue publicada convirtió a Doisneau en una celebridad.

Pero a principios de los años noventa, una pareja ya mayor de edad, pensó reconocerse como los personajes de la foto y entablaron un juicio  contra el fotógrafo exigiendo regalías por sus derechos como parte de la imagen.

El juicio se volvió noticia mundial porque Doisneau reconoció que la obra no era una fotografía espontánea, capturada al azar, sino más bien una puesta en escena con dos actores jóvenes que el había conocido en un bar y a quienes contrató para simular un beso en distintas partes de la ciudad. Los dos jóvenes actores no eran los mismos que la pareja demandante y Doisneau ganó el juicio.

Sin embargo, el prestigio de Doisneau se vino abajo y más de la mitad del mundo comenzó a cuestionar todo su trabajo. Un evento que coincidió con los primeros intentos de la fotografía digital (y del retoque) y que sentó un precedente moral sobre los derechos de las personas a ser fotografiados sin permiso.

Al final de sus años, Doisneau recuperó su nombre cuando los críticos comenzaron poco a poco a reconocer que si bien el autor había mentido sobre la espontaneidad de su obra, no perdía esta su valía en cuanto a composición, técnica, originalidad, movimiento y sobre todo, esencia.

Y esto es importante porque aunque el caso de Doisneau es quizá de lo más sonados, no es el único. La fotografía de Joe Rosenthal del alzamiento de la bandera por los soldados norteamericanos en Iwo Jima durante la Segunda Guerra Mundial, fue un hecho preparado y tomado en una tarde del 23 de febrero de 1945, porque la escena original ocurrió en la mañana durante el fragor de la batalla.

La puesta en escena de esta imagen de guerra no niega en ninguna forma lo que ocurrió en esa batalla. Ni demerita el valor de los hombres que la libraron.

Para mí, la mentira nunca es buena. Pero el montaje de su idea original, por el propio fotógrafo francés dio como resultado una imagen simplemente inmortal. El beso será siempre El beso.








Comentarios

  1. definitivamente uno de mis favoritas, y me ganaste por 2 dias el comprar el poster alla en los Castaños...

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