Gracias...a Dios

Esta historia es verídica.

Me consta.

Y puedo dar fe de ella porque me sucedió a mí.

Hace un año o menos, recibí una llamada telefónica invitándome a una reunión para discutir un proyecto muy grande que impulsaría el turismo.

En realidad, fuimos cinco los invitados por una señora joven, ahora presentadora de noticias en televisión.

Los cinco somos buenos amigos y los cinco nos presentamos. A todos nos unía además de la amistad, la necesidad extrema por la falta de trabajo. Algo que compartimos con cientos, miles de hondureños más.

En fin, todos acudimos y la idea que se nos presentó era formidable; desarrollar el turismo en once municipios del país, comenzando por Gracias, Lempira.

Había que contar historias sobre las extraordinarias riquezas naturales y culturales de cada sitio, tal vez hacer libros, videos, tomar fotografias, etcétera, y publicarlos en las redes sociales.

Ni qué decir que todos estabamos alegres, entusiasmados. Pero, había un pero, el proyecto en realidad era en ese momento, una idea. Solo una idea. Había que comenzar desde el principio, creando legalmente una Organización de Desarrollo (una OND); investigando, creando ideas, conciliando con los actores de cada municipio, etcétera, etcétera, etcétera.

Quizá por el enorme trabajo que faltaba por comenzar a hacer y por la infinita cantidad de tiempo que se requería antes de tener algo sólido, tangible, la señora joven nos dijo:

-Miren, no se preocupen por el dinero. De hecho, ya se transfirieron 100 millones de lempiras a la cuenta de La Cámara de Comercio que la maneja el primo de JOH.

-¡Cien millones de lempiras!-exclamamos todos.

-Sí -continuó la señora joven ahora presentadora de noticias en televisión - es que así ha sido más fácil por eso de las trabas legales. Fue como una especie de donación. Además -, continuó ella hablando, pero ahora dirigiéndose a mí- queremos que vos seas el Director ejecutivo de esta empresa.

En ese momento, algo me sonó mal. Yo no soy el super empresario ni experto en finanzas. Para nada, pero algo me dijo, en mi interior, que las sumas no estaban bien hechas ahí. ¿Como sabés de antemano que se necesitan 100 millones y no 200 o solo 2 millones?

¿Cómo?

¿Y cómo hacés para conseguir 100 millones de lempiras sin un solo papel que justifique su destino?

Así que me excusé de no responder en ese preciso momento y le pedí un tiempo para pensarlo.
La tentación era grande; sin empleo, con un país en franca caída económica, la oferta parecía provenir del Cielo. Pero algo no me hacía "Click".

Un par de días después llamé por teléfono a la señora joven y le pregunté directamente:

-Mirá, la verdad es que no entiendo para qué me llamaste. Ya tenés el dinero seguro; ya tenés, aparentemente, al primer actor local involucrado y decidido a participar, entonces, ¿para qué me necesitas? Vos sola lo podés arrancar...

Su respuesta fue la siguiente:

-Ah...es que Vos sos un experto en Turismo; la gente te conoce y tu credibilidad y prestigio son buenos. Es más- me dijo -sí querés, no tenés que ir a revisar todos los proyectos, con solo que les des el visto bueno en la oficina, suficiente. Y te vamos a dar 60 mil lempiras de sueldo.

Por supuesto, me deshice en mil agradecimientos y excusas, pero le dije que no podía aceptar. Que ya me cansaba andar viajando de aquí para allá. Que muchas gracias, pero siempre no.

Para mi, el asunto ahí terminó. Cuando las sumas no cuadran, no cuadran.

Meses después, platicando yo en una oficina de Gobierno con una Vice Ministra, salió el tema a relucir por la misma funcionaria.

Yo se lo conté tal y como se los estoy contando ahora a Ustedes. Y ella me dijo:

-Nosotros supimos de esa locura. Supimos incluso de los 60 mil lempiras que te ofrecieron de sueldo,.,.¡Que bueno que no te metiste! ¡Que bueno que no aceptaste!

Voy a ser claro: yo no tengo ninguna prueba de lo que les acabo de contar. Ni una foto, ni un video, ni un correo electrónico siquiera. Y tal vez, la señora joven estaba equivocada de cabo a rabo en todo lo que nos propuso y tal vez, no fueron cien millones de lempiras sino solo cien mil y ella escuchó mal o lo exageró para impresionarnos.

No lo sé.

Tal vez no estaban entregados esos dineros como ella aseguraba o tal vez, ese dinero se iba a entregar en un futuro próximo.

No lo sé.

Tal vez ella estaba equivocada y no era Gracias, Lempira, sino Gracias...a Dios.

Tampoco les puedo decir los nombres de mis amigos porque esto que escribo lo hago sin consultárselos y tal vez ellos no quisieran verse involucrados. Además, son mis amigos.

Pero en este momento en que les escribo, atrapado en mi casa por un Toque de Queda, me viene a la memoria esta historia verídica que puedo repetir ante quien sea, una y otra vez, sabiendo que mi palabra es mi palabra: lo único que tengo.

Y no me arrepiento.

Comentarios

Entradas populares