Lo que comenzó en el Merendón

                          La Salsa Prohibida...un regalo para Navidad. Arturo Sosa 2014

Desde que recuerdo, me ha gustado la tierra y sus frutos. Tal vez por haber nacido en las faldas del Merendón y haberme bañado en las ahora inexistentes pozas del Río de Piedras. O tal vez porque lo heredé de mi padre, que nació y pasó los primeros años de su vida en el campo.

En la casa de mis padres solía haber un extenso patio con árboles frutales. Uno de ellos, el último que permaneció en pie hasta hace unos pocos años, fue un palo de limón indio. No tengo ni  idea de la cantidad de veces que mi mamá o mi viejo me mandaron a "traer limones del palo" o de las bolsas que juntaba para ir a venderlos al mercado Guamilito. En ese entonces, yo estaba en primaria y me pagaban un centavo por cada limón. ¡Un centavo! Pero claro, con un lempira se hacían maravillas en ese entonces.

En otra ocasión, me entró la locura de sembrar chiles para vender. Así que me armé de un azadón y sembré unas cuantas plantas que terminé cosechando y vendiendo finalmente, con mis aleros del Guamilito.

Ya grandecito ("garrudito" sería mejor decirlo), sembré lechuga romana allá por los rumbos de  Las Tres Rosas, en el municipio de Valle de Ángeles. Ahí el "imbión" me duró más porque estuve como dos años en ese rollo.

No me extraña pues, que ahora, con más años encima, me haya vuelto el gusto por eso de la tierra y sus frutos. Solo que ahora combinado con el fogón y la cocinada. Y si antes tuve  aleros en el mercado, ahora la vida me ha llenado de amigos que se han embarcado conmigo en esto de la salsa.

Hoy que comienza la semana, quiero darles las gracias a todos ustedes por sus comentarios tan positivos, sugerencias, apoyo y amistad para esta nueva aventura hondureña.

La Salsa Prohibida es mucho más que un bote de 16 onzas. Es mi orgullo de ser hondureño.

¡Gracias!

Que la Fuerza nos acompañe...siempre.

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