Por enésima vez

El corazón le hizo ¡TRUN! a Segis. Y se quedó helada.

Se le pararon los pelitos del brazo...y de la nuca.

No supo qué decir. Ni que contestar.

Mientras, en lo que parecía el tiempo de una eternidad, Eduvijo la miraba fijamente. Estaba claro que el hombre esperaba la respuesta correcta. Y solo había una respuesta para él.

Pero no para Segis.

Todavía no.

- ¡Pensá, pensá Segis - se dijo la mujer a sí misma- Pensá algo rápido...

Pero no alcanzaba a encontrar una excusa cuerda, razonable. Solo se le venía a la mente esa maldita costumbre de todos los hombres de arruinarlo todo en la mera entrada...de no ver más allá.

Segis se sintió como gata acorralada.

-¿Por qué siempre comienzan por ahí? ¿Por qué? - surgían las interrogantes atropelladamente en su mente- ¿Por qué sí todo iban tan bien?

Ella ya no era una cipota tonta. Hacía mucho tiempo atrás que se había dado cuenta que los príncipes azules no existen y que ella se había casado con un sapo la primera vez.

Así que ahora, en este nuevo intento, todo era felicidad genuina. Sincera. Transparente. Sin ofender a nadie; sin herir a nadie.

Llevaban juntos ya varios meses.Todo se había dado con la inteligencia de quienes habiendo vivido lo malo, trataban de que ahora funcionara mejor. Cediendo cuando había que ceder; luchando cuando se tenía que hacer.

Pero sin pleitos. De hecho, en armonía.

Desde quién lavaba los platos de la cena y quién los del desayuno. O en que lado de la cama dormiría cada quien.

Sin calzoncillos tirados en el suelo, sin calzones lavados en la ducha.
Sin preguntas por el pasado, solo mirando el día, cada día.

Sin prisas, sin pausas.

Y entonces, ¿Por qué comenzar de nuevo el protocolo?

- Amor- le dijo Eduvijo de nuevo a Segis - entonces...

Se volvió a quedar muda. Tenía que responderle porque esta era la tercera vez que sacaba el tema en las últimas semanas. Había logrado escurrirse en las dos primeras ocasiones; pero en esta ya no había escapatoria.

El hombre esperaba una respuesta...y ella no estaba lista para darla.

Ni para dar ese paso.

- Amor...¿qué le digo a mi mamá? -pregunto por enésima vez Eduvijo - Ella quiere conocerla y yo realmente quiero que ustedes se conozcan...

Segis se quedo viendo a Stephen Andrews Eduvijo Pérez. Y supo que la respuesta no le iba a gustar...

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